Las creencias nos condicionan mucho en nuestra vida. Algunas de ellas para bien (creencias potenciadoras) y, otras por el contrario, nos perjudican (creencias limitantes). Tanto es así que hay diversos estudios que han demostrado que el efecto placebo afecta a nuestro rendimiento en general, y, en particular, en el ámbito deportivo.
Vamos, que si hacemos creer a un deportista antes de una competición que la bebida que le estamos ofreciendo contiene un suplemento vitamínico que le ayudará a concentrarse más durante la misma, aunque en realidad se trate solo de agua, le sugestionará de tal forma que le llevará a estar más concentrado. Si, por el contrario, le decimos que lo que ha tomado le va a hacer sentirse fatigado, es más que probable que sienta dicha fatiga en su mente y en su cuerpo. Así funcionan las creencias.
Lo más complicado de las creencias limitantes es que suelen formarse e instalarse en nuestra mente de forma inconsciente. Seguramente alguien te dijo en algún momento de tu vida que no eras capaz de hacer algo, que no serías capaz de alcanzar alguna meta o que eso que querías lograr no tenía ningún sentido.
Puede que, condicionado y sugestionado por esa creencia, intentases lograr aquello que tanto anhelabas con cierta inseguridad y poca confianza en lograrlo.
Quizá al no conseguir esa meta al primer o segundo intento, validases esas creencias, pensando que quizá todo aquello que te habían dicho era cierto.
Es posible que, si lo anterior te resuena, esas creencias limitantes te acompañen en tu día a día y te impidan mejorar tu rendimiento todo lo que te gustaría en cualquier tarea que hagas. Lo más complicado de esto es que la mayoría de las creencias que tenemos funcionan a nivel inconsciente y nos llevan a actuar según patrones automáticos.
Si no identificas estas creencias y no te planteas si son ciertas o no, no podrás dar el paso de convertirlas en potenciadoras y utilizarlas para lograr tus metas. Hay gente que cree que si ell@s no han tenido el coraje de convertir sus sueños en metas y esforzarse en conseguirlos, tú tampoco serás capaz de ello. Creer esto o no hacerlo, está en tu mano.
Te dejo algunas pautas para que empieces a identificar tus creencias limitantes:
Observa y toma consciencia de tu diálogo interno cuando pienses en una meta deportiva, profesional o personal que quieras alcanzar. Hazlo sin juzgar, como si fueras un mero espectador de esa conversación interna.
¿Qué emoción te despierta ese diálogo interno negativo (en su caso)? No tengas miedo de sentir, ábrete al máximo a la experiencia de sentir esa emoción y quédate en ella un rato. ¿Qué crees que te está intentando decir sobre ti esa emoción?
¿Qué sensaciones corporales te hacen tener esos pensamientos y emociones? ¿Dónde las sientes y qué forma tienen? (presión en las sienes, pulso cardíaco acelerado, tensión muscular en brazos y piernas, cansancio articular, etc) Esto también te dará pistas.
Racionaliza esta creencia. Plantéate cuánto de cierto hay en la base de tus creencias. ¿Son ciertas? ¿Tú realmente te las crees? ¿Por qué? ¿Cuándo te ha pasado algo que te haya hecho dar esas creencias por verdaderas? Si puedes, escríbelo en un papel. En función de las respuestas, ya estarás en disposición de saber si se trata de un tema de confianza, de tolerancia a la frustración, de miedo, de gestión incorrecta de expectativas, etc y empezar a cambiar tus creencias.
Recuerda situaciones difíciles de tu vida que a priori pensaste no superarías y que finalmente afrontaste con éxito, así como logros que hayas alcanzado en circunstancias complicadas de los que te sientas orgulloso.
En cualquier caso, un buen entrenador mental te puede ayudar a cambiar tus creencias, a perfilar tus objetivos acorde a tus preferencias y a mejorar tu rendimiento.
¡Seguimos!
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