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Foto del escritorLuis Marty

Jóvenes y niños deportistas: Quemar etapas sin presión, una de las claves del éxito a largo plazo

Como Coach mental deportivo y entrenador de tenis, tengo la oportunidad de pasar mucho tiempo a diario con niños y jóvenes apasionados por este deporte que se esfuerzan al máximo para mejorar y llegar a convertirse en grandes campeones. Sus agendas, a medida que van creciendo, se van haciendo cada vez más complicadas, al compaginar deporte y estudios. Aquellos que a cierta edad empiezan a destacar bastante se plantean dar el salto al profesionalismo, siempre y cuando dispongan del apoyo económico familiar o institucional requerido para ello, incluso dejando o posponiendo sus estudios para una fase posterior.

Teniendo en cuenta que estamos hablando de niños y jóvenes, como es lógico, éstos dependen del apoyo económico, logístico, así como la educación básica (sobre todo en valores y a nivel afectivo-emocional), de su familia. Si bien la labor de las escuelas y clubes deportivos es determinante en el desarrollo de los jugadores, ésta no sería posible si la familia del jugador no le da el apoyo necesario a todos los niveles, y viceversa.


Llegar a ser profesional de tu deporte y, además, destacar en el mismo, no está al alcance de cualquiera, pues hay innumerables factores que entran en juego, tales como las condiciones genéticas, intelectuales, el entorno, sustento económico, etc. Partiendo de esta base, es necesario que el niño, por mucho que despunte, viva su día a día, incluyendo sus entrenamientos, competiciones, formación personal y deportiva, con el mínimo nivel de presión posible. Es necesario que aprendan, con la guía de sus padres y entrenadores, a forjar sus valores personales y su carácter de forma adecuada para alcanzar y consolidar un nivel de compromiso, responsabilidad, estabilidad emocional, tolerancia al esfuerzo, deportividad, etc, que le permitan una evolución constante, pero siempre teniendo en cuenta su edad, sus preferencias, gustos y capacidades. Imponer al niño un determinado deporte contra su voluntad, por muy bien que se le dé, hará que éste acabe odiándolo, como le pasó al ex-número uno del mundo de tenis Andre Agassi. Según cuenta el ex-tenista norteamericano en su libro "Open", su padre le obligó desde pequeño a esforzarse para convertirse en un gran campeón, a pesar de que él mismo no quería dedicarse a ello. Algunos pensaréis que a Agassi no le fue nada mal, pues ganó 8 Grand Slams y una medalla de oro olímpica, pero lo cierto es que según él, le habría gustado decidir él mismo su propio futuro.

En el extremo opuesto tenemos ejemplos como los de Nadal y Messi. Ambos afirman que nunca recibieron ningún tipo de presión por parte de su familia para que consiguieran buenos resultados deportivos, sino apoyo y cariño, tanto en la victoria como en la derrota. Ellos eligieron ese camino y sus padres pusieron los medios para facilitarles dicho camino en la medida de los posible. Con esta actitud, las familias de ambos deportistas crearon un entorno que aportó calma, confianza, seguridad y serenidad en ambos, lo cual seguramente contribuyó a que lo consiguieran. ¿Qué mensaje le llega a mi hijo si le felicito cuando gana y le recrimino cuando pierde? "Mis padres solo me quieren cuando gano... Ufff, no puedo fallarles, tengo que ganar como sea...".



La familia, pilar fundamental en la carrera de Nadal

El padre de Messi emigró a España junto con su hijo para que éste lograra su sueño de ser futbolista

La mejor manera de crear y asentar estos valores es por medio de los hábitos. Debemos inculcarles a los niños y jóvenes deportistas, tanto desde el entorno familiar como desde el deportivo, la importancia de que valoren y aprovechen la oportunidad de practicar su deporte (no todos los niños pueden hacerlo por falta de medios u otras circunstancias), que se diviertan jugando, aleccionando a sus neuronas para que relacionen la actividad deportiva con juego, bienestar, salud y diversión, independientemente de sus resultados. No olvidemos que los deportistas, incluidos los profesionales, ¡juegan!, incluso los que se ganan la vida con ello. Además, el talento aflora y se libera más cuando hay diversión y disfrute en el día a día. Los niños, por muy precoces que sean en cuanto a su rendimiento, deben aprender a disfrutar de todas las etapas por las que, por su edad, les corresponde ir pasando, sin saltarse ninguna de ellas.

Ojo, con esto no estoy queriendo decir que, por el hecho de que el deporte sea un juego, haya que tomárselo a cachondeo, no hacer caso a mi entrenador, dejar de valorar el esfuerzo que supone todo esto para padres, entrenadores, compañeros, etc. Esto sería una falta de respeto que, si se tolerase, derivaría en que el niño no aprendiera valores como la disciplina, el respeto, la humildad, el valor del sacrificio, etc. Esto podría derivar en que el jugador se llegase a comportarse como Kyrgios, por ejemplo.

Lo que sí es bueno para el niño es hacer ver al niño lo bonito que es esforzarse cada día para ir evolucionando como jugador, así como persona; aprendiendo de los errores; mejorando aspectos como la tolerancia a la frustración, la resiliencia, la concentración, etc. Es decir, en lugar de compararse continuamente con los demás y fijarse solo en el resultado, que disfrute cada etapa de su formación deportiva y que se enfoque en mejorar su propio rendimiento cada día. Además, facilitarle el descubrimiento de que estos valores le ayudarán a ir progresando en otras áreas de su vida, tanto a nivel de estudios, profesional y/o personal.


Es habitual ver a padres y entrenadores que presionan en exceso a los niños, alentándoles a "trabajar dejándose la piel" (palabras textuales) y transmitiéndoles el mensaje de que "tienen que ganar a toda costa si quieren llegar a algo en este deporte". Hay niños que interpretan este mensaje entendiendo que han de utilizar todo tipo de artimañas y argucias para ganar, como robar bolas, tirar la raqueta, insultar al rival o al árbitro, etc.


Está en nuestras manos el proporcionarles a los niños un entorno de seguridad, calma y bienestar que les quite presión de cara a disfrutar de su deporte y evolucionar o, por el contrario, sufrir y llegar a abandonar aquello que les gusta tanto y que es tan necesario para su desarrollo personal: el deporte.


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¡Muchas gracias!


Seguimos avanzando juntos, amig@s.


¡Un abrazo y feliz tarde de viernes!

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