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  • Foto del escritorLuis Marty

Cuando compites NO estás sol@

El post de hoy está dedicado principalmente a los deportistas que compiten en disciplinas individuales. Uno de los aspectos más duros del tenis, al igual que sucede en otros deportes individuales (con la excepción de la modalidad de dobles en el caso del tenis), es el sentimiento de soledad que a veces tiene el jugador en la pista.


Hay frases recurrentes que se suelen decir cuando surge este tema durante un partido, del tipo "en deportes de equipo cuando el jugador no está teniendo un buen día, se va al banquillo, le sustituye un compañero y listo" o "cuando juegas en equipo, las derrotas no son tan duras". Si bien es cierto que en deportes individuales como el tenis, cuando el jugador no se encuentra en condiciones de competir, ya sea por motivos físicos (lesión, mala condición física, etc) o psicológicos (pérdida de algún allegado, patología clínica, etc), éste no podrá dar el 100% de su rendimiento y, por tanto, sus opciones de victoria se reducirán muchísimo. Aquí suele pasar que, si nos fijamos sólo en lo que sucede en el terreno de juego, en los deportes de equipo a priori percibimos que la responsabilidad de ganar o perder recae en el equipo y, por tanto, ésta se reparte e incluso se diluye entre los miembros que lo componen, lo cuál hace que las derrotas se digieran más fácilmente. Esto, por supuesto, considerando al equipo como algo que trasciende a los propios jugadores, entrenadores, etc, creando un vínculo y un sentimiento entre todos ellos que hace (o debería hacer) que éstos dejasen a un lado sus egos individuales y se sacrificasen, si fuera necesario, en pos de lograr las metas comunes del equipo. Vamos, que un verdadero equipo debería ser como una familia. Lamentablemente esto no sucede en muchos casos, en los cuáles los intereses y egos individuales de los jugadores tienen mucho más peso que el valor del propio equipo.


Por contra, lo que se suele pensar injustamente en las disciplinas individuales, como el tenis o el judo, es que la responsabilidad de las derrotas recae únicamente en el deportista. Curiosamente (nótese la ironía, por favor), a veces esta responsabilidad parece recaer en el deportista solo cuando éste pierde, pues si gana, todos (entrenadores, club, padres, etc) suelen hacerse partícipes de dicha victoria.




Por tanto, es importante que, como jugador, pienses en todo momento que cuando compites NO estás solo. Esto no es fácil, pero, como todo, se puede entrenar. La mentalidad es algo que se programa, desarrolla y entrena. Para ello el primer paso es identificar tus emociones en un entorno de competición. Plantéate las siguientes preguntas:


¿Cómo te sientes en los momentos previos a un partido? ¿Qué mensajes surgen en tu cabeza? ¿Son negativos ("bufff, voy a perder, mis padres me echarán la bronca y mis compañeros se reirán de mí por haber jugado mal")? Si te visualizas a ti mismo en el momento del partido, ¿te imaginas solo o también piensas en tus padres, entrenadores, etc a tu lado?


¿Qué sucede cuando entras en la pista? ¿Tienes ganas de quedarte o de huir de allí? ¿Tu nivel de nervios es tolerable? ¿Estos nervios te activan o llegan a bloquearte?


Los nervios son necesarios para que los neurotransmisores de tu cerebro segreguen sustancias que te activan, motivan y transmiten energía a tu cuerpo, tales como la adrenalina, la dopamina o la serotonina. Si este nivel de nervios es excesivo, tu cerebro libera cortisol, que es una sustancia tóxica que te hace sentir falta de energía, susceptibilidad y desmotivación. Vamos, que tu estado de ánimo, nivel de energía y motivación dependen en gran parte de los pensamientos, expectativas y sentimientos que tengas acerca del partido.


Obviamente, para que el jugador pueda desarrollar una mentalidad positiva y fuerte que le haga sentirse competitivo y motivado, ha de sentirse arropado por su entorno. El rol de los padres en este sentido debe ser acompañar y apoyar a sus hijos durante el partido, quitándoles presión y hacer que sientan seguridad y confianza. Como padre de deportistas, plantéate:


¿Cuál crees que es tu labor como padre o madre cuando tu hij@ compite?


¿Cómo crees que le puedes ayudar más a sentirse segur@, feliz y motivad@ en sus partidos?


¿Qué acciones has llevado a cabo hoy para hacer que tu hij@ tenga confianza para encarar su partido?


El rol de los entrenadores ha de ser principalmente guiar al jugador. El entrenador también debe crear una red de confianza y seguridad para el jugador, comprenderle, escucharle y motivarle.


Algunas preguntas que los entrenadores podrían plantearse en este sentido son:


¿Qué grado de responsabilidad crees que tienes en el rendimiento de tu jugador?


¿En qué porcentaje eres responsable del grado de confianza y seguridad de tu jugador?


¿En qué grado te sientes partícipe tanto de los éxitos (no me refiero solo a resultados, sino también a rendimiento) como de los fracasos de tu jugador?



En definitiva, en los deportes individuales el jugador, la familia y el entrenador deben hacer piña, crear un sentimiento de equipo, fortalecer los valores intrínsecos al mismo, asumiendo cada uno su rol, compartiendo metas y, sobre todo, responsabilidades, tanto en los momentos buenos como en los no son tan buenos. Tanto cuando se gana como cuando se pierde, todo el equipo ha de hacer autocrítica y buscar soluciones encaminadas a mejorar el rendimiento, no enfocarse solo en las cosas negativas o exclusivamente en el resultado.


¡Un abrazo y felices fiestas!


¡Seguimos avanzando y sumando juntos!

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